lunes, 18 de mayo de 2020

MJ23


Describir a Michael Jordan sería algo así como llenarlo de atributos y características maravillosas y todas le quedarían bien. Creo que la mejor forma de definirlo sería simplemente Jordan y entender todo lo que eso ya significa. Líder indiscutido. Ganador nato. Inspirador. Único. Irrepetible. Eso fue, es y será el mejor jugador de la historia del básquet.

A pesar de haber ganado su primer anillo a los 28 años, nunca bajó los brazos y demostró tener algo que nadie tuvo, verdadero fuego sagrado. A veces un poco exagerado, pero casi siempre proveniente del deporte, Jordan encontraba una motivación para cada partido. "Y esta vez, ¿con qué?" Se preguntaban colegas y rivales.


Grandes deportistas han tenido este aura magnifico que los ha hecho diferentes, pero como a todos, en algún momento se les termina. A Jordan quizá no, o no tan rápido, el de él era distinto y no había cosa que le gustará más que el desafío, que le digan que no podía o que otro era mejor que él. Llegó muy joven a los Bulls luego del draft y lo primero que declaró fue que quería abandonar la franquicia dejándola tan grande como los Celtics, los 76ers y los Lakers. Ya desde comienzos tenía en claro lo que quería ser, una leyenda.

Su trayectoria hasta los títulos le permitió forjarse, fortalecerse, crecer y entender muchas situaciones vinculadas al deporte y al afuera. Se hizo líder, con sus formas, e intentó sacarle el máximo a cada compañero. Él sostenía que sin el 100% de todos iba a ser muy difícil vencer a los rivales, que esperaban a Chicago con cuchillo y tenedor. Aunque algunos compañeros lo veían como un "bravucón", profesionalmente consiguió exprimir eso que deseaba de su equipo. Ser competitivo, temido y campeón. "Yo no les pedía nada de lo que yo no hiciera" resaltó y eso demuestra que a pesar de su grandísimo talento, trabajaba con la misma humildad que cualquiera para que entendieran como era la mentalidad ganadora.


Entendía las dificultades y los obstáculos para lograr los campeonatos. La larga temporada, los duros rivales, los uno vs uno, el físico corporal y mental, mantener motivados a sus compañeros, hacer crecer al equipo. Para muchos pueden ser factores suficientes para rendirse, pero para él no. Lo motivaba, lo hacía más fuerte, más deseoso, lo hacía interminable.

Tal es así que a pesar de las diferencias, de su forma característica, su pasión por apostar, la pérdida de su padre y seres queridos, el alejamiento de compañeros, Jordan siempre entendió y encontró la manera de hacer fuego dentro de sí, lo que lo hizo el más grande de todos los tiempos.


"No sé si los jugadores de hoy quisieran jugar con Jordan". Yo realmente no sé si Jordan quisiera jugar con los jugadores de hoy. Es verdad que Pippen, Grant, Rodman, Kerr, Kukoc, fueron  jugadores de primer nivel que conformaron probablemente el mejor equipo de la historia, y también es verdad que fueron elegidos para suplir y ayudar al mejor, pero la química, amistad y entendimiento de ese equipo es algo que no se logra ver siempre, lo que hace aún más valorable lo obtenido. Lograron algo único, dos tricampeonatos en la misma década y él sabía que a pesar de su inagotable talento, no podía hacerlo solo. 

Su personalidad muchas veces le jugó en contra, pero por culpa de quienes no quisieron verlo triunfar. Cerrar los ojos y visualizar el camino, seguir hacia adelante enfocado en lo que realmente amaba y en conseguir lo que quería, estaba en su sangre, en su ADN, no es para cualquiera, es para un diferente. A la hora de comparar, sea con el deportista que sea, hay que entender esas ganas de ganar, de ser el mejor, de llegar hasta lo más alto, a pesar del coste y de todo lo que había que llevarse por delante. Al lograrlo no una si no dos veces, debemos entender un poco de la persona de la cual hablamos.

"What time is it?" Time to enjoying Michael Jordan.

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